Historia

La fundación de nuestro convento fue patrocinada, por los Excmos Señores Duques de Arcos, Dn. Rodrigo Ponce de León y Dña Ana de Aragón y Sandoval. Toma nombre el Convento, del titular de la Capilla ya existente desde 1.530 dedicada a San Andrés, fundada por el Licenciado Don Gonzalo Jiménez de Benjumea, presbítero.

En tres casas continuadas unas con otras desde la Iglesia, por la calle del colegio de la Compañía de Jesús, se habia dispuesto la clausura y torno y rejas del Coro bajo y libratorio y toda la habitación de las religiosas, con mucha estrechez y en ellas se tomó posesión y se hizo Convento y selló la clausura desde el sobredicho dia del 13 de junio de 1.637. “

Mercedarias

Forman la primera Comunidad, Catalina de Santa Gertrudis, Sor Maria de la Antigua y Sor Juana de Jesús Con esta primera Comunidad queremos recordar , a tantas hermanas nuestras que a lo largo de estos casi cuatrocientos años, han ofrecido sus vidas en presencia del Señor, vidas ocultas e ignoradas, pero fecundas en la Iglesia de Dios, vidas calladas, pero pregoneras del mensaje redentor del Evangelio. Con ellas cantamos las misericordias del Señor; El las ha derramado abundantes a lo largo de los siglos, su providencia se nos ha mostrado amorosa, cuando en momentos difíciles, por avatares de la historia, la Comunidad en dos ocasiones, se vió obligada a abandonar el Convento por la fuerza y pudo regresar gozosa, para continuar su vida de alabanza y generosa entrega.

De estas vidas silenciosas y entregadas, no ha quedado apenas tradición escrita, en todo quisieron pasar ignoradas, pero supieron mantener muy alto el ideal contemplativo y redentor de la Orden, nos legaron cuanto hoy tenemos y su recuerdo nos anima a vivir en la misma generosa exigencia.

Al dia siguiente de la toma de posesión, tras la solemne celebración de Vísperas, tomó nuestro hábito, Dña. Maria Núñez, venida de Fuentes de Andalucia, con las Madres fundadoras. Florecen en seguida las vocaciones en Marchen, justo al mes, tomó hábito Teresa de Vega y Baeza, y al año siguiente, una preciosa niña, Ana de Paredes y Lences, toma hábito de devoción y habiendo enfermado, hizo su profesión “in artículo mortis” en manos de la Madre Comendadora Sor Juana de Jesús, en trece de Junio de 1.644. Reza a sí el acta de defunción “… y fue la primera flor que dios sacó de este jardín y dejó por heredero a este convento y fue la herencia de 1.600 ducados”

Ya desde entonces y esto es un gran honor para nuestro pueblo, no han faltado vocaciones de Marchena que con su virtud y saber, han continuado la obra comenzada por nuestras fundadoras.

Destacamos algunas de las que figuran en el Libro de hábitos y profesiones:

Por su santidad, Sor Bernardina Cañete y Tejada; por su saber y dotes de gobierno Leonor Rodríguez de Sotomayor, largos años superiora.

Francisca Saavedra Vda. De Baeza e Isabel de Baeza y Saavedra ; madre e hija, con 43 años aquella y con 19 esta, hacen juntas su profesión un 17 de Agosto de 1.683. Antes de emitir los votos, expresan bellamente su decisión y los acuerdos que establecen con la Comunidad en escritura de este tenor: En el nombre de dios, todopoderoso, que vive sin principio y reina sin fin. Amén. Notorio sea a todos, cómo nos, Soror francisca de Cristo y Soror Isabel Maria de Jesús, monjas novicias, en el convento de nuestra Señora de la Merced, en San Andrés de esta Villa, decimos que habiendo considerado los peligros y trabajos del siglo, e inconvenientes que de ello resultan, para la seguridad de las conciencias, procurando apartarnos dellos y tratar de veras, de nuestra salvación, determinamos de entrar en religión, por monjas de velo negro, en este dicho convento y habiéndolo comunicado con las religiosas del, lo hubieron por bien y ajustamos nuestras dotes, en 22.000 reales…etc.”

Nuestra Soror Francisca, sufrió el dolor de ver morir a Sor Isabel Maria, en diciembre del año siguiente, o sea en 1.684 a sus 20 años de edad. Otra bella flor, que Dios sacó de este fecundo jardín.

La dote de Soror Francisca de Cristo y cuanto heredó de su difunto esposo, se vendió en 1.703 para la obra de la Iglesia y clausura, pues ya en 1.673 toda la vivienda de las monjas está prácticamente en ruinas “con riesgo de la vida de las mismas”, según “han declarado los alarifes” y se habian gastado las dotes , de Soror Juliana Teresa de san Francisco, Josefa Maria de san Ramón y Teresa de la Stma. Trinidad. Para el Coro Bajo, “que se está hundiendo”se invierten 1.600 ducados. Para las obras “que se están prosiguiendo”, se pide licencia para invertir nuevas cantidades y vender algunas propiedades.

Queda la Comunidad en grave situación económica, por estos años de 1.703 “sin trigo alguno para este año y sin cosecha de aceite, ni de donde valerse para comprarlo, ni a quien pedirlo prestado en este pueblo” y piden al Provincial, “por Dios y por su Madre”, vender cierta propiedad, así como invertir, 500 reales de una fundación en “vestuario exterior” pues no podian de otro modo, remediar dicha necesidad.

La estrechez de la clausura, les crea graves problemas de salud y mueren en menos de 20 años, mas de 20 religiosas, porque desde la obra de la Iglesia, quedó sin ventilación la vivienda de las monjas, según certificación de los médicos y en 1.737, piden y se les autoriza a abrir tres ventanas, con rejas fuertes y celosías “tan menudas” que no puedan verse las religiosas desde la calle.

De las “mas de veinte religiosas” que enfermaron por las malas condiciones del edificio, es una Sor Josefa Micaela de Santa Bárbara, en su acta de Profesión que hizo “in artículo mortis” se lee así: Profesé viernes, a 1º de Febrero y en dicho día cumplí un año, que estoy en este convento, pero sin haber tomado el hábito, hasta el día 24 de dicho mes, y profesé habiendo recibido el Stmo. Sacramento por viático, estando desahuciada por los médicos y próxima a la muerte y porque nuestra sagrada Constitución dispone que las que se vieren en semejante peligro, puedan profesar y el Prelado pueda admitirlas a la profesión, por eso la pedí y se me concedió… y por estar ya al fin de mi vida y no poder firmar, doy poder a mi madre. Por la ProfesanteSor Claudia Ignacia de Santa Teresa. Es su madre, Sor Claudia Ignacia, de 46 años, que profesaría en tres de Marzo del mismo año. Eran naturales de Marchena.

En 1.785, consta que el Convento quedó en la mayor indigencia, por dispendio que supuso para la Comunidad, el sacar de cimientos la Capilla mayor y las obras ya en parte reseñadas, la obra vino a costar unos 110.000 reales y “otros muchos miles” desde 1.673, hasta 1.720, que se le añadió la Capilla mayor, que no la tenia, con su media naranja y altares, “con mucho primor y adorno.

Vista esta necesidad y para remediarla, el Excmo. Señor Don joaquín Ponce de León, Duque de Arcos, a cambio de ser nombrado Patrono del Convento, concedió por año y perpetuamente, 24 fanegas de trigo, dos arrobas de azúcar y otros beneficios considerables.

Hay en nuestro archivo lagunas notables, que no sabemos a qué se deben, que esto en algún momento se pueda subsanar, es una esperanza que tenemos, posiblemente no se haya estudiado a fondo y con detalle, de hacerlo encontraríamos mas datos.

Pasamos pués al año 1835, en el mes de Agosto, en el que el Gobierno progresista, presidido por el Gral Espartero,, ordenó al Ayuntamiento el cierre de este convento, a lo cual los marcheneros se opusieron y protestaron tumultuosamente a la realización de tal medida, consiguiendo que las religiosas siguieran en Marchena. Sin embargo no pudo evitarse, el que unos meses después, en Octubre del mismo año, nuestra Comunidad fuese obligada a trasladarse al Convento de la Purísima Concepción “Santa Maria” , son las célebres “Reuniones” de varias comunidades, en un mismo convento, por haber sido nacionalizados y destinado a usos civiles, algunos de ellos..

Durante dos años enteros, vivieron ambas Comunidades en fraternal y gozosa armonía, la acogida de aquellas hermanas hizo mas llevadera la prueba y aquella incertidumbre, sobre su futuro; habia la prohibición de recibir novicias, pero la providencia amorosa de Dios, se les mostró una vez mas, suscitando nuevas vocaciones y Juana Maria Vargas y Olmo, con otras tres jóvenes, ingresan y permanecen “en la clausura del convento de la purísima Concepción, en unión de las Mercedarias “reunidas” en calidad de aspirantes” Tambien allí en Santa Maria, “en donde estamos reunidas”profesa Sor maria Ignacia del patrocinio de San josé el 19 de Julio de 1.856; era novicia en el momento de la obligada “reunión”.

Esta religiosa, pasado el tiempo, dadas sus buenas dotes y cualidades, fue formadora largos años, y hemos conocido las presentes a la última de sus novicias, Sor Dolores de San Rafael.

Y llegó el momento gozoso del regreso, queda testimonio escrito en esta forma: el ministro de Justicia, a través del Gobernador civil comunica “ a la abadesa del convento de San Andrés de marchena” que accede en nombre de la Reina Isabel II a la petición de vuelta de la Comunidad a su Convento, desde el de la Purísima concepción, a donde fueron trasladadas por circular de 31 de julio de 1,855.

Se acepta la petición por estos motivos: Haberse alzado la prohibición de recibir novicias; que componen hoy la comunidad, nueve religiosas de coro y cuatro aspirantes; que los vecinos de aquella población, -Marchena- apoyan la pretensión y están dispuestos a pagar los gastos que se originen; no haber dispuesto el gobierno, del convento de san Andrés y la especial recomendación del gobernador civil de la Provincia. Fecha del Oficio, 8 de Octubre de 1.857. Desde estas fechas, llenas de recuerdos de gozo y de dolor, las relaciones entre ambas comunidades, han sido mas estrechas y fraternales, quedando nosotras eternamente agradecidas, por tal gesto de caridad.

Es de imaginar el gozo inmenso y la alegria desbordante de la Comunidad, al poder regresar de nuevo a su Convento. Reanudan su vida de observancia, dentro de una normalidad-al principio relativa- tras aquellos dos años de forzoso abandono y continuan viviendo con redoblado fervor, su ideal contemplativo- redentor, en el silencio de la oración, la gozosa penitencia y la vida fraterna; es imposible hablar de tantas monjas, que han debido llegar en esa atmósfera, a alturas de santidad, tan solo de Dios conocidas; de las mas cercanas a nosotras en el tiempo, quedan perfiles de santidad, imborrables en el recuerdo, de las que formamos la actual Comunidad.

Después de estos años, de vida sosegada y tranquila, vuelven tiempos agitados y azarosos y se ven envueltas en el vendaval de la II República y la Guerra civil de 1.936

El dos de Mayo de 1.931 la Comunidad formada entonces por 19 monjas, fue expulsada del Convento y se vieron obligadas a buscar refugio a su desamparo, en casas de familias amigas y bienhechoras de la Comunidad; en aquel dia de la expulsión, la comendadora que lo era, Sor Antonia de la Purísima Concepción, con el grupo mas numeroso, se alojaron en casa de Don José Zúñiga, vecino y amigo del convento, que sin mas, en aquel momento de tribulación, les dijo: “Todas a mi casa”sin temor al riesgo que corrían, dado lo excitados que estaban los ánimos en aquel ambiente hostíl.

La Comunidad, agradeció y sigue agradeciendo, a sus hijos que aún viven, este gesto de caridad cristiana, que dadas las circunstancias, fue verdaderamente heroico.

Otro grupo mas pequeño, se trasladó a Paradas, llevando en Santísimo Sacramento. Los familiares mas próximos, que llegaron a tener noticia de la situación de las monjas, fueron llegando para recogerlas, solo la madre Comendadora, con la secretaria Sor Mercedes Castro Padilla, permanecieron con la citada familia, hasta ver qué giro, tomaban las cosas.

Fue el Señor Alcalde quien insistentemente, solicitó del entonces Gobernador Civil, permiso para volver y permanecer la Comunidad en su Convento y esto sucedía el 11 de Junio del mismo año 1.931. puede imaginarse el gozo del reencuentro tras aquellos dias de separación y dolorosa incertidumbre. En estos años trágicos de la República y de la Guerra civil, vivieron naturalmente entre temores y sobresaltos, pero la providencia de Dios se les mostró de muy diversas maneras.

Al fín terminó la guerra civil y tambien los temores y desasosiegos; continuaron, sí, las escaseces y hambres de la posguerra, llegando a cerecer hasta de lo mas indispensable, pero la Comunidad en estas privaciones, se gozaba de poder vivir en pobreza, experimentando lo que todos los españoles, vivían en su propia carne.

La Comunidad en estas fechas la formaban 11 monjas, hoy todas gozan del premio merecido a su vida de entrega total.De ellas conservamos hermosos recuerdos de virtud acrisolada, ¡cuánto se esforzaron en imprimir en nuestras almas, el amor a nuestra vida consagrada, como contemplativas y Mercedarias, nos han dejado un hermoso testimonio; monjas esforzadas y laboriosas, pueden testificarlo las propias Hermandades de marchena, por los trabajos para ellas realizados y asimismo, muchos que las conocieron y saben de su dedicación a diversos labores y trabajos.

Hoy contemplamos todo esto a casi cuatro siglos , cantando las maravillas de Dios, las que ha obrado en nuestras Hermanas que nos han precedido,! años de fé, de oración y de trabajo, de pobreza, de entrega total a Dios en ardiente caridad, de servicio a nuestros hermanos los hombres, acogiendo en su corazón sus gozos y esperanzas .